Por Félix Maradiaga Blandón

Es un académico y activista político nicaragüense. De 2002 a 2006 fue Secretario General del Ministerio de Defensa durante la presidencia de Enrique Bolaños. Maradiaga es el codirector fundador del Instituto de Liderazgo de la Sociedad Civil.​

Usted puede contactarlo al correo: fmaradiaga@fundacionlibertad.org

Del “eje de la molestia” al “eje del mal

 

Desde que Daniel Ortega asumió el poder en 2007, uno de sus objetivos en política exterior fue desmontar la interdependencia del gobierno de Nicaragua con Estados Unidos en materia de seguridad hemisférica. Como lo expliqué en un estudio escrito para el Wilson Center for Scholars en 2008, Ortega se propuso modificar para conveniencia de su proyecto político, las alianzas que ya tenía Nicaragua en materia de seguridad. En aquella oportunidad, sostuve que la relación de cooperación militar entre Nicaragua e Irán era un “eje de la molestia” más que un “eje del mal”, por ser insignificante en términos concretos.

Ortega buscó primeramente el apoyo de Venezuela, Irán y Rusia como las tres principales fuentes de apoyo al Ejército de Nicaragua. Al mismo tiempo, se dedicó a desmontar muchos de los acuerdos de cooperación en seguridad con Estados Unidos, especialmente en lo referido a la capacitación de oficiales nicaragüenses en ese país y a la ayuda militar. No obstante, ninguno de los convenios con Irán o Rusia, significó para Ortega el tipo de ayuda militar a la que él aspiraba. Ortega nunca pudo atraer de Rusia o Irán, el interés geopolítico que justificara una cooperación militar generosa. Por esa razón, el régimen de Ortega mantuvo, a su disgusto, cierta cooperación con Estados Unidos en materia de lucha contra las drogas y control de tránsito ilícito de personas. A la vista pública, eso daba la impresión de que el Ejército no tenía mayores cambios en su relacionamiento con Estados Unidos. En realidad, no era así. El plan de Ortega de subordinar por completo al Ejército y a la Policía a su poder personal, pasaba necesariamente por desvincular a ambas instituciones de la cooperación con Estados Unidos y con la Unión Europea.

Daniel Ortega ha buscado desde siempre, consolidar una relación con actores que le hicieran contrapeso a Estados Unidos. En los ochenta fueron Cuba y la extinta URSS. En otro de nuestros libros—“Relaciones de Nicaragua con Venezuela e Irán”, publicado en 2008—decíamos que Ortega había tomado la decisión de consolidar una relación con “amistades peligrosas”. No nos equivocamos.

Ortega vio en Irán un socio que le podría permitir una base económica a su política antinorteamericana. Sin embargo, nuestro estudio de 2008 concluía que Irán no ofrecía nada concreto a Nicaragua y que los convenios de cooperación se habían quedado sólo en promesas. Para finales de 2012, el régimen de Ortega no había obtenido ninguna cooperación relevante con Irán. Fue así como inició una era de mayores acercamientos entre Rusia y Nicaragua que entusiasmó al Ejército, mismo que tenía desde su fundación como Ejército Popular Sandinista (EPS), una estrecha relación con la extinta Unión Soviética.

Con la guerra entre Rusia y Ucrania todo cambió y, desde la óptica rusa, el tema de Nicaragua pasó a un tercer plano. La incapacidad rusa de ser un cooperante serio aceleró los planes de Ortega de acercarse a China, para encontrar un socio estratégico en su desesperada carrera hacia un régimen autocrático que requería de un padrino de gran peso geopolítico dentro del Consejo de Seguridad de la ONU. En un escenario de mayor presión diplomática ante crímenes de lesa humanidad, después de la Rebelión de Abril de 2018, es claro que busca protección. Esa fue la causa del rompimiento de relaciones diplomáticas con Taiwán en 2021.

La democracia ante el poder de la mayoría

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Libertad económica en Centroamérica

Este índice provee evidencia contundente de que las instituciones y políticas que apoyan la libertad económica son fundamentales para alcanzar el crecimiento económico y un mayor nivel de vida.

Los documentos del Pentágono recientemente filtrados demuestran que Estados Unidos ha logrado penetrar los servicios de inteligencia rusos, chinos e iraníes. No es sorpresa que en esas comunicaciones se revelan los acercamientos de Nicaragua con China, Rusia e Irán, con una intención hostil hacia Estados Unidos.

Según las comunicaciones interceptadas, Nicaragua ha venido profundizando sus lazos con China como resultado de que su principal aliado, Rusia, está distraído en su conflicto con Ucrania. En ese sentido, Nicaragua y China llevaron a cabo negociaciones sobre la construcción de un puerto de aguas profundas en Bluefields, y una empresa de ingeniería china supuestamente comenzó a avanzar con los planes iniciales a mediados de 2022. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos concluyen que Nicaragua “favorece a Rusia como aliado” pero que “probablemente consideraría ofrecer a Beijing acceso naval a cambio de inversión económica”.

Otra de las revelaciones, es que Ortega ha retomado sus acercamientos con Irán. Los documentos filtrados, confirman la existencia de conversaciones entre agentes políticos y militares de Managua y Teherán. Ambos regímenes planean profundizar la cooperación militar, a fin de hacer un supuesto contrapeso a la presencia de Estados Unidos en América Latina.

El canciller iraní, Hossein Amir-Abdollahian, visitó Venezuela y Nicaragua en febrero de este año. En esas reuniones, agentes de los dos países parecen concluir que al estar ambos sancionados por Estados Unidos, es necesaria la “profundización de sus lazos”. Una evaluación iraní sobre la visita de Amir-Abdollahian a Nicaragua, dice que el ministro de Relaciones Exteriores discutió la profundización de la cooperación económica, tema que había estado en el congelador por más de una década. Según el informe de inteligencia, ese ministro se reunió con militares nicaragüenses que se quejaron de los “esfuerzos estadounidenses de expandir su influencia en América Latina y expresaron su voluntad de comprometerse con Teherán y otros países de ideas afines”.

Las filtraciones muestran claramente las intenciones de Ortega de concretar “proyectos de defensa mutua” con Irán. Ese acercamiento es, hasta ahora, la actitud más frontal del régimen de consolidar una alianza militar con enemigos de Estados Unidos. No hay en este momento asistencia militar de relevancia entre Irán y Nicaragua. No obstante, es probable que eso cambie y que en algún momento China e Irán—incluso Rusia—consoliden su presencia militar en Nicaragua. De ser así, lo que en el año 2008 definíamos como un “eje de la molestia” se parecerá cada vez más a un “eje del mal”.

La advertencia está hecha.